Entre la CEDA y la nada

HA ESTADO oportuno Rodríguez Ibarra recordándole a Rubalcaba lo que decía en 2005 contra el Plan Ibarreche y lo que dice ahora sobre el «derecho a decidir» del PSC: que lo «respeta». Traducido del politiqués, «respetar» significa aceptar cualquier ilegalidad que planee otro con el que estamos aliados. Por ejemplo, el PSC, que no es sólo el peso muerto del PSOE sino el espejo de su descomposición. A propósito de ese federalismo que, para no enfrentarse en serio a Mas, se ha sacado de la manga el PSC, recuerda Arcadi Espada que ya sólo queda una Federación del PSOE, la de Asturias, porque en el resto de España los PSOE son partidos identificados con la autonomía que pastorean. Bueno, pastoreaban, porque sólo les queda la finca andaluza y la covadonga federativa que les alquila UPyD.

El socialismo de taifas se construyó sobre el modelo del PSC. Por eso es importante que la vieja guardia medite sobre la raíz de su ruina. Pero no porque, terminado el sucio trabajo separatista del Tripartito, al PSC ya no le votan sino porque el PSC nace del desprecio del PSOE a la idea nacional española, porque le llevaba a compartir el Poder con el PP. Decía Felipe que la derecha no podía gobernar porque no tenía una idea de España, que su modelo era la CEDA, aquella Confederación Española de Derechas Autónomas que, con el Partido Radical, derrotó a socialistas y republicanos en el 33 y contra la que PSOE y ERC perpetraron el Golpe del 34. La CEDA tenía una idea confusa del Estado, cierto; el PSOE tenía una idea demasiado clara de la II República: si no ganaba en las urnas, a las armas.

Pero algo de razón tenía González: Fraga promovió las derechas regionales -Unión Valenciana, Unión Mallorquina y otras- para arañar votos al PSOE, porque AP creía, como el PSOE, en la división derecha/izquierda y no en la oposición de una idea liberal y nacional de España al separatismo y al colectivismo, que es lo que había y lo que hay. Aznar recuperó la idea nacional para el PP, mientras el PSOE asumía el modelo caciquil de la CEDA y sólo se acordaba de España en las elecciones. Entonces, los Tres Tenores -Ibarra, Bono y Chaves- pedían el voto en el extrarradio de Barcelona, en nombre de la E del PSOE, para los señoritos nacionalistas del PSC. De aquella esquizofrenia, esta apoplejía.